lunes, 18 de marzo de 2013

PEDERASTÍA... QUÉ ES LO QUE REALMENTE DEBEMOS CONDENAR?

Después de leer la incómoda noticia de que el Cardenal Sudafricano, Wilfrid Napier, afirmó que la pederastía no es una condición criminal, me he decidido a escribir acerca de este tema extremadamente delicado, el cual requiere de una gran apertura de mente, así como dejar de lado susceptibiliades, creencias y sobre todo, fundamentalismos. Por favor, si eres una persona que, por cualquier razón, no puede escuchar o leer acerca de una posición diferente a la tuya o eres altamente susceptible, mejor no sigas leyendo. Este artículo no pretende, de ninguna manera, ofender ni, mucho menos, atacar a nadie, solo abrir las puertas para un mejor entendimiento entre los seres humanos y la búsqueda de una solución al problema. No estamos escribiendo, ni para atacar ni para defender a la Iglesia, o a sus miembros y, por ningún motivo defenderemos a quienes, de una forma u otra, han delinquido ocultando pederastas.

Para empezar, quiero indicar que, desde mi punto de vista, cualquier aproximación pederasta es execrable y hay que impedirla a toda costa, usando todas las herramientas legales y físicas. No importa lo que determinemos que sea, no importa la conclusión a la que arribemos ni lo que propongamos acerca del pederasta, un menor (niños, niña o adolescente) no puede ser vulnerado bajo ningún precepto. Más aún, no habiendo entendido todavía las causas y motivos del pederasta, sí afirmamos contundentemente que quien, estando en sus manos, permite o esconde un acto pederasta debe ser condenado con todo el rigor de las leyes más estrictas, así sea éste Cardenal o la persona más noble de la tierra.

Dicho lo anterior, para entender lo que vamos a proponer y sin que esto sea un ataque, discriminación, o atentado contra los homosexuales, voy a permitirme, haciendo uso del mayor de los respetos que ellos y ellas (los homosexuales) me merecen, hacer una comparación entre el homosexualismo y la pederastía, aclarando primero que nada tiene que ver lo uno con lo otro. No existe la más mínima relación entre la pederastía y el homosexualismo y, si un homosexual es también un pederasta, no existe razón alguna, ni desde el punto de vista biológico ni desde el efecto del ambiente, para afirmar una relación de causa efecto.

Me permito esta comparación, principalmente por dos razones. La primera, porque, lo que sí tienen en común, una y otra, es que sus causas son biológicas, es decir, que ambos nacen así. Nadie puede afirmar y no hay bases ni remotas para decir que el  ambiente vuelve a una persona homosexual, tampoco que a un normal, pederasta; ninguno de los dos han escogido ser ni homosexuales ni pederastas. La segunda, porque la ignorancia ha llevado a afirmar, a muchas personas, que es el homsexualismo el que lleva a la pederestía, y, dicho sea de paso, que el celibato a la homosexualidad. Nada más alejado de la realidad!

Así las cosas, caemos indefectiblemente en el cuestionamiento de, por qué, si no condenamos al homosexual, sí al pederasta. Total, ninguno de los dos escogió serlo.

Preguntado lo anterior, revisemos en quiénes recae la una y la otra. Por su parte, el homosexual busca una pareja de su mismo sexo con quien llegará a una relación consensual dada entre dos personas capaces y con las mismas limitaciones que tienen las parejas heterosexuales; más específicamente hablando, una pareja de homosexuales, sexualmente hablando, para mantener relaciones sexuales tendrán las mismas limitaciones que sus contrapartes heterosexuales. No me estoy refiriendo a que, por ahora, en la mayor parte del mundo, la pareja homosexual no podrá contraer matrimonio civil; en muchas partes su convivencia ni siquiera les será reconocida como unión civil y, probablemente, serán condenados socialmente, sufriendo una serie de rechazos, lo cual, felizmente, va disminuyendo, poco a poco, conforme vamos entendiendo qué es el homosexualismo y qué es ser homosexual. En cambio, el pederasta siempre buscará, no una pareja, sino a una víctima, es decir, a un individuo de un grupo indefenso y, por lo tanto, en desigualdad de condiciones: Los menores (niños, niñas o adolescentes). Es por eso que el acto pederasta es execrable y condenable desde todo punto de vista, no importando, para nada, el consentimiento o los sentimientos del menor (niño, niña o adolescente)-en caso de que esté enamorado del pederasta.

Ahora bien, regresando a la infeliz publicación acerca de las afirmaciones del Cardenal Napier, es preciso preguntarse qué es realmente lo que él está sosteniendo. Se refiere él a la condición de pederasta o al acto pederasta? Debo suponer, porque no lo he escuchado directamente, que se refiere a lo primero. Si una persona nace pederasta, resulta imposible condenarla por serlo. Sería un acto tan inhumano como condenar a un homosexual. Sin embargo, no tengo idea, si es que hay una cura para la pederastía; todo me lleva a suponer que no, al menos por ahora. De hecho, no la hay para el homosexualismo, dejando en claro que el homosexualismo no es ni una enfermedad ni una anormalidad por lo que tampoco hay que “curarlo”. No obstante lo anterior, es preciso indicar que el pederasta, cuando abusa de un menor (niño, niña o adolescente) -el abuso se configura así el menor (niño, niña o adolescente) preste su consentimiento o, incluso, en el extremo de haberse acercado al pederesta con intenciones sexuales, como algún imbécil dijo en defensa de los curas pederastas- está, no solo plenamente conciente de sus acciones, sino peor aún, de la maldad del acto, por lo que, al cometerlo, el delito queda plenamente configurado y es condenable criminalmente.

Finalmente, hay que tener mucho cuidado porque, tradicionalmente, se ha considerado a la pederastía como la relación sexual entre un hombre adulto y un (una persona) menor de edad de sexo masculino. Sin embargo, tan execrable y condenable es la relación de la mujer adulta con el menor (niño o adolescente) varón o el hombre adulto con la niña. Sin embargo, también es preciso diferenciar lo que es que un o una menor (niño, niña o adolescente) despierte deseo en un o una mayor con el hecho de que él o la mayor solo tenga deseos sexuales con un o una menor (niño, niña o adolescente) y que, además, esos deseos sean incontenibles y los lleve a la práctica. Resulta perfectamente normal que un sujeto, masculino o femenino, bien conformado sexualmente despierte atracción a una persona mayor. Lo que no es normal ni sano es que la persona que no está bien conformada sexualmente despierte esa atracción en un adulto, hombre o mujer. La persona normal, en el caso de la atracción por un menor bien conformado sexualmente sabrá y podrá disipar esa atracción; sin embargo, si cruza la frontera y llega al o la menor (niño, niña o adolescente) a la aproximación sexual, el acto será igualmente condenable. Resulta de la mayor importancia, sobre todo para quienes tienen hijos (e hijas) menores y quienes trabajan con niños(niñas o adolescente), mantenerse bien informados y, sobre todo, aprender a distinguir todos los signos que los pederastas presentan y, así mismo, entender que ellos son como camaleones que se aceptan y mimetizan para pasar desapercibidos.


Link:
http://micolumnafdetaboada.blogspot.com/2013/03/pederastia-que-es-lo-que-realmente_16.html#!/2013/03/pederastia-que-es-lo-que-realmente_16.html

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